Fecha creación:
Fecha actualización: Agosto de 2018
Béjar; Salamanca

Mateo Hernández con su compañera Fernanda Carton
Gentileza del Museo Mateo Hernández

Mateo Hernández

(Béjar, Salamanca, 1884 – Meudon, París, Francia, 1949)

Mateo Hernández Sánchez nace en Béjar, Salamanca, el 21 de septiembre de 1884. Hijo de cantero y pinche de cantera en su infancia, vive con intensidad el rudo y esforzado trabajo de cantería, para el que su padre le había preparado.
Sin interés por los estudios que no fuesen el dibujo, la fuerte personalidad de Mateo Hernández chocó, incluso en las clases de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, con todo aquello que le apartaba de su idea de escultura.
Así transcurrirá la infancia y la adolescencia, hasta el fallecimiento de su madre, Mateo contaba con 13 años de edad, cuando emprende un viaje por Andalucía, en el que trabaja como picador, su regreso a Béjar, donde no encuentra el ambiente cultural que necesita, su matrimonio de Petra Téllez y su partida a Salamanca, siempre marcado por una asfixiante penuria económica.
Será en Salamanca, y gracias a la intercesión del rector de su Universidad, Miguel de Unamuno, donde obtenga una beca de la Diputación de Salamanca para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Ni termina su primer curso.
En 1913, y después de una estancia en París y Salamanca, se traslada definitivamente a la capital francesa, para no regresar jamás a España.
Mateo Hernández encuentra en París el apoyo moral y económico en la persona de Fernanda Carton, con quien compartirá el resto de su vida. Será ella quien apoye la talla animalista de la escultura de Mateo, donde el artista destaca, y quien redacte unas notas que acabarán publicadas bajo el título de «Mateo Hernández Sculpteur Spagnol (1884 – 1949)».
Allí, y con las penurias propias de la Primera Guerra, Mateo Hernández continúa trabajando en pequeñas obras, pues no hay dinero ni para materiales, hasta que en 1920, y en el Salón de Otoño, la venta de una pantera de granito de Bélgica, marque el inicio de un nuevo periodo.
Dejamos contar esta anécdota a D. Antonio Garrido, quien escribe: «… la venta de esta escultura, una vez cerrada la exposición, al conocido Barón de Rostchild, aristócrata judío y apasionado del coleccionismo, marca un punto y aparte en la carrera del artista. El precio de la pantera, exagerado intencionadamente para no venderla, no debió resultarle al Barón fuera de lugar y cuando menos lo esperaba y con el protocolo propia de la aristocracia, se vio con el cheque y sin pantera«.
El reconocimiento al trabajo de Mateo Hernández no dejó de crecer. Exposiciones en Nueva York, París… En España, y a través de la «Asociación de Amigos del Arte», se organiza una exposición en Madrid que cuenta con la presencia del Rey D. Alfonso XIII.
La Segunda Guerra Mundial inicia una nueva bajada a los infiernos con un nivel de destrucción y muerte desconocido hasta entonces. Mateo y  Fernanda viven durante ese periodo en su casa de Meudon, París, con nuevas penurias pero sin abandonar el trabajo gracias al material acumulado. Una de las obras realizadas durante ese tiempo es su «autorretrato sedente», una obra realiza en diorita y que hoy puede verse en el Museo Mateo Hernández de Béjar y que constituye una de sus obras más emblemáticas.
En 1949, y con la salud muy deteriorada, expone en la Tullerías, falleciendo el 25 de noviembre de 1949 en la Villa de Meudon, a las afueras de París. El 16 de diciembre recibe sepultura en su Béjar natal.

ESCULTURAS PÚBLICAS EN LA WEB
Gran bañista, 1925, Plaza de España, Béjar, Salamanca
Otaria, 1920, Plaza de España, Béjar, Salamanca