Conjunto escultórico de Pedro Menéndez de Avilés

Por Alberto Del Río Legazpi.

Conjunto escultórico de Pedro Menéndez de Avilés (Investigación Histórica del Ayuntamiento de Avilés). Avilés, 2006.

Pedro Menéndez de Avilés nació en Avilés en 1519 y murió en Santander en 1574.

Marino, militar y político de espectacular carrera a las órdenes de Felipe II, del que fue Capitán General de la Mar Océana (cargo equivalente, actualmente, al de Almirante). Entre sus más altas empresas destacan su puesto como gobernador de Cuba y cartógrafo de las costas antillanas. Realizó más de treinta travesías entre España y el nuevo continente. Pero por lo que ha pasado a la historia ha sido por su dominación del territorio del actual estado norteamericano de Florida, donde fundó la ciudad de San Agustín, en 1565, el más antiguo poblamiento europeo de los Estados Unidos de Norteamérica.

            El marino y guerrero avilesino es un personaje muy homenajeado en Florida (donde, en la ciudad de San Agustín, celebran una conmemoración anual, coincidiendo con la fecha de su nacimiento -15 de febrero- dedicado a su hazaña: “The Menéndez Day”, con gran aparato de trajes de época y descargas de cañones).

Y recordado en Avilés como uno de sus hombres más destacados en la historia local, por lo que ha levantado en su memoria un destacado conjunto escultórico. Una plaza y una calle de la ciudad también llevan su nombre. La importancia que alcanza su figura histórica se puede medir por el segundo nombre por la que es conocida la ciudad avilesina: “La villa del Adelantado”.

Actualmente la ciudad española de Avilés y la norteamericana de San Agustín de La Florida están hermanadas y los contactos entre ellas son constantes, alcanzando a intercambios de estudiantes e investigadores. El nexo: Pedro Menéndez de Avilés.

            Precisamente el Ayuntamiento avilesino regaló, en 1969, a la ciudad de San Agustín una réplica de esta estatua, que la corporación de la ciudad norteamericana instaló frente a su ayuntamiento.

Le alcanza la muerte, en Santander, a punto de tomar el mando de una gran escuadra con destino a Flandes y no para hacerse cargo de la escuadra Invencible como equivocadamente figura en algunos textos. Sus restos, por expreso deseo del marino, reposan en la iglesia de los Padres Franciscanos, iglesia románica del siglo XII y que es el edificio religioso más antiguo del relevante casco histórico de Avilés, declarado “Conjunto Histórico—Artístico” por el Estado español.

 Los continuados escritos del periodista y escritor avilesino Julián Orbón, sobre la necesidad de que Avilés honrase con un monumento a tan destacada figura histórica, hace que en 1916 cuaje la idea de levantar un monumen­to al ilustre marino. Anteriormente el influyente académico de la Histo­ria, Aureliano Fernández–Guerra  había escrito: «El Adelantado y Con­quistador de La Florida, Pedro Menéndez de Avilés, el más excelente y atrevido marino del siglo XVI, a quien España debe un monumento, la historia un libro y las musas un poema».

Hay que decir que ya se habían publicado, por entonces, dos libros sobre el personaje: uno, patrocinado por el Ayuntamien­to en 1892, del que es autor  Ciriaco Miguel Vigil, y al año siguiente, la obra, en dos tomos, de  Eugenio Rui-Díaz y Caravia, muy rica en infor­mación sobre la importancia del personaje.

        El Excmo. Ayuntamiento de Avilés, que consti­tuyó, en 1916, una comisión presidida por el, entonces, alcalde Carlos Lobo de Las Alas. Al mismo tiempo se crea en Madrid otra comisión con el mismo fin, presidida por  José Francos Rodríguez, varias veces ministro y ex-alcalde de la capital española, que aglutina a otras personalidades del mun­do de la cultura y el arte.

En sesión del Ayuntamiento avilesino de 5 de enero de 1917, acuerda: «Colocar en la glorieta o medallón de la par­te norte del Parque del Muelle la estatua que se va a levantar para honrar para honrar la memoria del ilustre marino, hijo de esta Villa, Don Pedro Menéndez de Avilés».

Convocado el oportuno concurso, se presentan dos bocetos que reúnen las condiciones exi­gidas, uno debido al escultor valenciano, natural de Reque­na, Manuel García Gonzá­lez, que artísticamente unía sus apellidos como «Garci-Gonzá­lez» y el otro del que eran auto­res Julio Antonio y Sebastián Miranda; resultando elegido el primero.

        Su autor, Garci-González, hizo expresa renuncia de las 30.000 pesetas de honorarios, en pro del monu­mento, aduciendo: «Me conformo y me doy por satisfecho con unir mi humilde nombre al de tan preclaro español».

            Este artista valenciano, fue también el autor del mausoleo, ubicado en la iglesia de los Franciscanos (siglo XII) donde descansan los restos de Pedro Menéndez de Avilés, por su expresa voluntad.

La inauguración oficial del conjunto escultórico dedicado a Pedro Menéndez de Avilés tuvo lugar el 23 de agosto de 1918 con la asistencia de Isabel de Borbón, Infanta de España, y de altas autoridades nacionales y regionales, acompañadas por la Corporación avilesina. Consta información que certifica la inauguración del conjunto escultórico en el libro de actas del Ayuntamiento avilesino de la sesión de 21 de agosto de 1918, hoja 13 vuelta.

Ocupa una superficie de 60 m2 . En la parte central se encuentra la estatua, sobre pedestal (cuadrado) de cemento de 5 metros de altura. El podio está tiene en sus cuatro caras cuatro placas metálicas, en la principal reza la siguiente inscripción:

A PEDRO MENÉNDEZ DE AVILÉS (1519–1574). CABALLERO DEL HÁBITO DE SANTIAGO, CAPITÁN GENERAL DEL MAR OCÉANO, ADELANTADO Y CONQUISTADOR DE LA FLORIDA, DONDE FUNDÓ LA CIUDAD DE SAN AGUSTÍN EN EL AÑO DE 1565.

En la cara posterior otra inscripción con el siguiente texto, presidido por el escudo de Avilés:

MODELO DE CABALLEROS Y PATRIOTAS. SU PUEBLO Y SU PATRIA, AGRADECIDOS, LE CONSAGRAN ESTE RECUERDO. AÑO 1917.

En las dos caras laterales se muestran, grabados, dos galeones del siglo XVI uno visto desde proa y otro desde la popa. En cada esquina del pedestal hay, tallados en piedra, cuatro guarda cantones, con yelmo y espada.

El conjunto está rodeado de cuatro zonas ajardinadas y arboladas, cada uno de ellas con cañones rescatados -y restaurados- de galeones.